martes, 20 de marzo de 2012

EL GALLO DE ORO (1963)

El gallo de oro (1963)
Del Libro: Juan Rulfo, de Alberto Vidal

Después de Pedro Páramo, Rulfo se enfrentó a las presiones del éxito en un sistema literario que se había convertido en una industria capitalista cuyos ritmos exigían la constante producción de mercancías correspondientes a marcas ya aceptadas.
El creciente prestigio de Juan Rulfo excitó el interés de sus lectores, quienes ya hacia fines de los cincuenta construyeron el mito de la zorra que se negaba a escribir un tercer libro, para evitar que la crítica lo destruyera: por aquellos años, una fábula de Augusto Monterroso convirtió en tema el silencio del jalisciense, castigado por su rigor estilístico y por una fama abrumadora.
Un elemento de transición en el sistema literario causó parcialmente las presiones sobre Rulfo, a quien una y otra vez se le preguntaba sobre su próxima novela: ese sistema, cada vez más profesional e industrial, requería de la conversión en marcas de los autores famosos, cuyo aprovechamiento debía ser continuo. Pero Rulfo provenía de una estética en extremo exigente, tanto como de un mundo hostil a las modernas prácticas del capitalismo, y por eso nunca apareció La cordillera, aunque fue de tal modo esperada que incluso se le dedicaron recensiones, a partir de lo que se oía decir de ella.
En cambio, aparecieron El gallo de oro y otros textos para cine (1980). El gallo... ha sufrido la desventaja de carecer de una obvia filiación genérica, lo cual demuestra hasta qué punto la percepción de un texto depende hoy de que se lo inscriba claramente en un género: El gallo de oro se ha leído como guión cinematográfico y como manifestación narrativa. Como narrativa, ha sufrido la comparación con El Llano en llamas y Pedro Páramo. Como guión, ha tenido dos concreciones opuestas: la de Roberto Gavaldón (1964) y la de Arturo Ripstein (1987); la primera se distingue por obedecer a los parámetros de las ya diluidas secuelas de la época de oro del cine mexicano y la segunda por desplazar Rulfiana del Bajío y de Jalisco a los suburbios de la capital.
Y no deja de ser significativo que tanto Rulfo como Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Carlos Monsiváis se acercaran al cine durante los cincuenta y los sesenta: por lo menos desde las distintas versiones de Santa (1903), de Federico Gamboa, y de La vida inútil de Pito Pérez (1938), de José Rubén Romero, el cine se había vuelto una caja de resonancia de la literatura y había adquirido una dinámica propia, como consecuencia de su aptitud para hacer circular en torno suyo una fuerte suma de energía social.

Alberto Vital (ciudad de México, 1958), obtuvo licenciatura y maestría en letras por la UNAM y se doctoró en Philosofie por la Universidad de Hamburgo, Alemania; su tesis de doctorado, El arriero en el camino (UNAM, 1994), analiza exhaustivamente la recepción de la obra de Rulfo en aquel país. Asímismo es autor de Lenguaje y poder en Pedro Páramo (CNCA, 1993) y de Conjeturas verosímiles (UNAM, 1996), entre otros títulos.



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